domingo, 25 de noviembre de 2012

Capítulo 8:

-¿Qué?- le pregunté,divertida.
-Luego te lo digo.-Dijo, sin darle importancia.-Pero dame el cuaderno, anda.
Se lo di de mala gana.
-Cuando la termines me la enseñas.
-Claro, claro.
-Enserio.
-Que sí.
Se sentó y ojeó su cuaderno.Pensé en lo que me había ocurrido hoy.En el tío ese y en Ed.
Lo que son las cosas, en mi casa estaba deprimida y aquí estaba tan a gusto.
-Bueno, no he leído la canción, ¿qué me vas a dar?
Me miró.
-Ahm, la alegría de escribir canciones.
Le miré con el ceño fruncido.
-No, no era eso.
Inevitablemente me reí.
-Mira, me haces reír.No me río en mucho tiempo, eres increíble.
-No lo creo.
Entonces me acerqué a él, me acerqué mucho a él, y le dije:
-Tú me das vida, como un montón de oxígeno.
Me parece que estaba esperando algo así, porque se acercó aún más, sí, yo también lo estaba esperando.No lo sabía, pero lo necesitaba.Iba a pasar. Sí.
Cerré los ojos.Estaba tan cerca que podía notar su respiración.Pero entonces...llamaron al timbre.Bajé la cabeza.
Ed se rió, y se levantó.
-Que rápido.-Dijo.
-¿El qué?
-Bueno, pensaba en invitarte a cenar, así que encargué una pizza.
-Oh, que amable.
Abrió la puerta cogió la pizza, pagó y demás.
El beso nunca existió, sólo fue un...un...un redoble, digamos.Pues para ser un redoble era demasiado.
Cenamos.
-¿Vemos una peli?-Me preguntó.
-Vale.¿Cuál?
-No sé, ¿cuál quieres ver?
-Humm... tengo ganas, no sé porqué, de ver Shrek.
-¿Enserio?
-Sí.-Dije, riéndome.
-Vale, no te rías, pero la tengo en DVD. 
-¡Pues ponla!
Se fue a buscarla, la trajo, también había traído una manta.
-¿Tienes frío?-Me preguntó.
-Un poco.
-Toma.-Y me la dio.
Me quité los zapatos y me senté con los pies en el sofá, arropada con la manta.
-Eres tan adorable.-Me dijo.
-Calla y pon la peli.
La puso, y se sentó cerca de mí.
-Pero no te quedes ahí, ven.-Le dije, se acercó, y le tapé con la manta.
Apoyé mi cabeza en su hombro, y me parece que a los diez minutos de película me quedé dormida.
-Lloyd, Lloyd, despierta.-Me dijo Ed, la película había acabado.
-AH, DIOS ME HE DORMIDO, ¿¡QUÉ HORA ES!? ME TENGO QUE IR.
Dije, alarmada y poniéndome los zapatos.
-Son las 21:30.
-MI MADRE ME MATA.
-Eh, espera, te acompaño.-Me dijo.
-No hace falta.
Sí, sí hacía falta.
-Que sí, que te llevo en coche.
-Que no.
-No seas cabezona, que te llevo.
-Está bien.
Y me dejó en la misma puerta de mi casa, ya iba a salir, pero me dijo:-Espera.-Me cogió de la mano, me acercó a él, y me besó.





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