lunes, 5 de noviembre de 2012

Capítulo 2:

Entré en casa, y mis padres estaban en la cocina.Les saludé y mi madre me dijo:
-Vaya, te veo más animada.
-Lo estoy.-Le contesté.
-¿Ves como te hacía bien dar un paseo?-me dijo mi padre.
Y tanto, pensé yo.
Aquella tarde estuve pensando en ese chico.Y por la noche no pude dormir (como de costumbre desde que falleció Taylor, mi mejor amiga) pero estuve pensando en él.
Quería volver a hablar con él.Porque yo no tenía muchas amistades que digamos.
Y Ed era muy dulce. Estuve pensado en como volver a encontrarme con él.
¿Dijo algo de que tocaba en el metro, verdad?
Pues eso haría, buscarle.
¿¡Pero en qué estación!? Bueno, dijo que vivía en el centro, así que supongo que no tocaría muy lejos...
Dormí muy poco, y me desperté muy pronto.Así que, como tenía tiempo, miré mi mapa del metro, para mirar por que estaciones buscarle.Cuando ya tenía medio mapa estudiado, me miré al espejo.Tenía una pinta horrible.¿Cómo es que me dejaron salir así a la calle ayer?
Me arreglé un poco el pelo, y dejé el chándal  a un lado.Sí, la muerte de Taylor me afectó tanto que siempre iba con ése chándal feo del colegio.Me puse una sudadera, unos vaqueros y unas converse negras.No, no iba arreglada, pero al menos la gente no me miraría raro por la calle.
-¿Vas a salir?-me preguntó mi padre, sorprendido.
-Sí.Es que ayer me sentó muy bien ir al parque.-Le contesté.
-Ah, bien.-dijo, y se fue.
Salí de casa, con prisa, dirección al metro.No sabía porqué tenía tanta prisa.Estaba buscando a un chico con una guitarrita, no hacía falta correr.Pero, no sé, tenía ganas de volver a hablar con él.
Le encontré sentado en la calle, cerca de la estación de Edgware
Road.
Estaba cantando no sé qué de una chica que le daba amor a no sé quienes.
La verdad, cantaba y tocaba genial.

And in a pipe, she flies to the Motherland
Or sells love to another man.
It's too cold outside...

-Sí hace frío, sí.-Le corté.
Me miró, y exclamó
-¡Lloyd! me has encontrado.
-Sí, y no ha sido fácil.
-¿De verdad?
-No, en realidad he parado en esta estación, y mira, aquí estás.-Dije, con una sonrisa.
Se rió.
-¿Quieres dar una vuelta?-Me dijo.
-Vale.
Y andamos por la calle.
-Bueno, Lloyd, ayer te conté cosas de mí, pero yo no sé nada de ti.
-Sí que sabes.Sabes como me llamo, y sabes donde vivo.
-Es verdad, pero tú eso ya lo sabes de mí.-Rió otra vez.
-Está bien.Tengo 17 años, soy casi anti-sociable, odio los gatos...
-¿¡Enserio!?-Exclamó .
-No, jajaj, es broma.
-Uf, menos mal.-Dijo, sonriendo.
En ese momento pasamos delante de una floristería.
-Ah, algo que si que odio son las rosas.-Dije.
-¿Por qué?-Preguntó.
-No sé, pero no me gustan.
-¿Ni siquiera las rosas blancas?.
-Esas las que menos.Para mi gusto, es más bonita una margarita, o un diente de león, que una rosa.
-Bueno, de flores no entiendo.-Dijo, metiéndose las manos en un bolsillo de la sudadera naranja que llevaba.-¿Quieres un caramelo?-Dijo divertido.
-No, gracias.
-Bueno.¡Mira! en esos pisos vivo yo.-Dijo, señalando a un edificio que teníamos enfrente.
-Ah...quiero ver tu casa.
-¿Pero y si yo no quiero que la veas?-Me dijo, frunciendo el ceño.
Me quedé cortadísima.
-Es broma, Lloyd, vamos, sube.-
Y me abrió la puerta.


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